Las pizarras digitales interactivas son un instrumento tecnológico que se está integrando progresivamente en los centros docentes.
Las pizarras digitales en el aula.
El papel del profesorado.
Los aspectos técnicos involucrados en la utilización de las pizarras digitales interactivas en el aula han sido ya analizados suficientemente en la primera parte del monográfico dedicado a este tema. Hemos querido dejar para el final el análisis de las implicaciones que tiene para los docentes el uso de este recurso.El profesor como aprendiz
En principio, la utilización de una nueva herramienta lleva asociado, inevitablemente, el aprendizaje de nuevas técnicas de trabajo adaptadas al nuevo contexto educativo que se crea. Podemos recordar cómo fue la introducción del proyector de diapositivas, el retroproyector, el vídeo,… En todos estos casos era necesario el aprendizaje de una serie de procedimientos de uso. Según avanzábamos en el tiempo, los dispositivos se hacían más complejos e inevitablemente su empleo en tareas educativas. Pero cabria preguntarse ¿su mayor o menor utilización en el aula de clase se ha debido a esta complejidad? Tal vez debamos decir que no, que se ha debido más a la disponibilidad en la propia aula de los dispositivos y sus recursos didácticos asociados y la organización de los centros (horarios, espacios, materiales,…) que a la dificultad a la dificultad técnica de su uso.
Esta situación dio un giro con la introducción de los equipos informáticos en las clases o de las aulas informáticas en los centros. El nivel de complejidad que supone el uso de un ordenador ha superado con mucho el de cualquier otra herramienta utilizada hasta ahora en educación. Sin embargo, el enorme potencial que llevan asociados determinados programas multimedia o los recursos que podemos encontrar en Internet nos ha empujado a entrar en las aulas de informática y utilizar los ordenadores como una tecnología más. Probablemente el número de chicos y chicas que han pasado por las aulas de informática hasta hoy ha superado con mucho a los que han podido ver un vídeo didáctico, una presentación de diapositivas, etc.
Las PDI requieren, al menos, la utilización conjunta de diversos dispositivos:
- Ordenador (generalmente con un sistema de altavoces integrado).
- Video proyector. Conectado al ordenador.
- Pizarra digital interactiva comunicada con el ordenador y que sirve de superficie de proyección (no en todos las tecnologías empleadas por las PDI).
Es evidente que, al asociar diversas herramientas, aumenta la complejidad que el uso independiente de cada uno de estos elementos podría llevar asociada.
Así pues, el primer papel que debe asumir cualquier profesor o profesora a la hora de utilizar una pizarra digital interactiva en clase es el de aprendiz. Pero, los contenidos que debemos aprender superan con mucho lo que supone la utilización de la pizarra, el proyector o el ordenador.
Vamos a describir, brevemente, algunas de las nuevas habilidades que deberemos desarrollar en función de cómo y para qué vayamos a utilizar la PDI.
- Video proyector
- Encendido y apagado.
- Configuración de la imagen: enfoque, zoom y corrección keyston.
- Conexión al ordenador y otros dispositivos.
- Ordenador:
- Utilización básica de un equipo informático. Lanzar y cerrar aplicaciones.
- Uso de navegadores.
- Búsqueda y selección de información.
- Herramientas de comunicación.
- Utilización de herramientas de autor para la creación de materiales de clase.
- Propios del modelo de PDI.
- Aplicaciones estándar: JClic, Hotpotatoes, Atenex,…
- Pizarra digital:
- Utilización del software para manejo de la pizarra.
- Uso didáctico de la pizarra digital interactiva en un aula.
- Otras competencias:
- Selección y valoración de recursos digitales.
- Utilización de las TIC en el aula.
Así pues, las pizarras digitales interactivas nos ofrecen un primer reto: el aprendizaje de técnicas, procedimientos y destrezas asociadas a instrumentos concretos y al impacto que pueden ocasionar en la dinámica de la clase.
El profesor como docente
Puede resultar una afirmación de Perogrullo el enunciado de este nuevo papel. Sin embargo creemos que se podrá comprender mejor su utilización una vez que hayamos finalizado la descripción de este rol.
La introducción de la PDI en la clase supone complementar o sustituir la pizarra “verde” de toda la vida. Sin embargo, este hecho no tiene porqué suponer que las tareas el profesor deba desarrollar en clase vayan a ser distintas a las que realizaba antes. Por otro lado, puede distar bastante de las tareas que de forma habitual se estén desempeñando en un aula de informática o a la hora de utilizar los ordenadores. Es evidente que la pizarra digital devuelve al profesorado a su hábitat natural, la clase y la interacción con los alumnos.
La PDI, dentro del aula, permite al docente el uso de una pizarra a la vez que accede y utiliza una gran cantidad de recursos. Podemos, por ejemplo, explicar la situación de los frentes en la Guerra Civil española sobre un mapa, a la vez que mostramos fotografías de los frentes, de los contendientes, escuchamos canciones o visualizamos un vídeo de las luchas que se estaban desarrollando en el frente de Madrid. Todo eso manejado con un simple lápiz y un sencillo software, pues únicamente estaríamos empleando el puntero de la pizarra o el propio dedo, para abrir las distintas ventanas que contienen dicha información.
Además, la “tinta electrónica” nos permitirá realizar gráficos sobre el mapa y guardar los resultados para las siguientes clases, con lo que cada día iríamos enriqueciendo y mejorando la información y los recursos aportados a nuestros alumnos y alumnas.
Es decir, el potencial de cualquier docente se verá multiplicado a la hora de transmitir mejor la información, dar una visión integral y global de hechos y acontecimientos o apoyar con una gran cantidad de recursos didácticos su tarea docente.
Por otro lado las PDI permiten la realización de actividades interactivas basadas en distinto tipo de aplicaciones. Los alumnos pueden realizarlas en su propio equipo en el aula, en casa, etc. y después presentarlas frente al resto de la clase, permitiendo al profesor realizar comentarios a todo el grupo que enriquezcan aún más dicha interacción. Ofreciendo opciones alternativa, planteando distintas estrategias para afrontar el problema e invitando a que cada chico o chica presente sus propias estrategias al resto.
Otros componentes como el doble puntero, las tabletas portátiles o los sistemas de votación complementan aún más este papel ofreciendo situaciones de aprendizaje más ricas en cuanto a la participación del alumno, el análisis de los procesos y la exposición de los resultados.
El profesor como investigador
Una de las tareas que más puede llegar a apasionar en educación es la investigación. Partir de una idea e intentar desarrollarla en el proceso de continua mejora de nuestras clases. En este proceso buscamos información, recursos, efectuamos ajustes y finalmente comprobamos los resultados. Este proceso lo desarrollamos a diario de forma más o menos consciente.
Desde propuestas de investigación-acción hasta la simple práctica diaria podemos encontrar experiencias de investigación en las que la elaboración de hipótesis, el manejo de las variables, la toma de datos, su evaluación, etc. sean elementos comunes pero personalizados en función de nuestras distintas formas de afrontar la enseñanza. Dar clase es un proceso continuo de intercambio de información y modificación de variables en la búsqueda siempre de los mejores resultados, en definitiva, investigar.
La enorme riqueza de recursos que introduce la PDI en el aula amplia enormemente los márgenes en los que se va a mover nuestra tarea investigadora. Al tener la posibilidad de plantear una gran variedad de actividades a través de la utilización de los medios que nos puede ofrecer un ordenador debemos iniciar procesos de búsqueda y selección de recursos. Plantearnos su utilización en clase a través de estrategias a la hora de su presentación, secuenciación, etc. y por último valorar los resultados obtenidos.
El proceso podría resumirse en los siguientes apartados:
1. Planteamiento de los objetivos.
2. Realización de un boceto de actividades.
3. Búsqueda y selección de recursos.
4. Secuenciación definitiva.
5. Puesta en práctica y ajuste.
6. Valoración y recomendaciones.
De todas las tareas que desempeñamos habitualmente, la que nos puede resultar más novedosa es la selección de recursos; no tanto por su realización si no por los distintos tipos de medios de los que vamos a disponer: imágenes, vídeos, gráficos, textos, actividades interactivas, demostraciones, tutoriales, etc.
Hasta ahora estas búsquedas se han efectuado empleando motores como Google o Yahoo. Las posibilidades de configurar los parámetros de búsqueda y la utilización de herramientas de los navegadores facilitaban mucho esta tarea.
Por otro lado, la mayoría de las empresas que fabrican o distribuyen pizarras digitales interactivas ofrecen repositorios de actividades creadas por otros profesores empleando el software asociado a dichas pizarras.
Ahora, además de estas posibilidades, contamos con portales como
AGREGA que recoge en repositorios distribuidos una gran cantidad de recursos que pueden ser empleados en nuestras clases.
La elección de estos materiales la realizaremos teniendo en cuenta qué contenidos queremos desarrollar, las edades de nuestros alumnos, sus conocimientos previos y la situación en la que deseamos utilizarlos. Evidentemente, para realizar esta selección emplearemos en todo momento criterios de calidad técnica y didáctica.
Sin embargo, por muy bien que hayamos efectuado este proceso se podrán dar situaciones en las que los resultados no sean los esperados, pues los factores que inciden en el proceso de enseñanza-aprendizaje son especialmente difíciles de controlar.
El software que acompaña a las PDI nos va a permitir guardar las experiencias de clase de manera que podamos analizar una vez finalizada la sesión los problemas que hemos encontrado y cómo solucionarlos, aplicando mejoras a las actividades o al proceso diseñado.
El profesor como autor
La última faceta a la que nos podemos enfrentar es el trabajo como autores de materiales didácticos. Tal como se ha podido constatar con la lectura de las dos partes de este monográfico, la mayoría de las pizarras se acompañan de un software que nos permite diseñar materiales para el desarrollo de nuestras clases.
Esta tarea no nos es, ni mucho menos desconocida, la venimos ejerciendo desde que nos enfrentamos a nuestra primera clase. La PDI nos ofrece la posibilidad de crear materiales con un potencial didáctico enorme y con un despliegue de medios que hasta ahora supondría una gran cantidad de tiempo para afrontar su preparación.
En función del modelo de pizarra empleado encontraremos que las aplicaciones de las que se acompañan disponen de distintos tipos de herramientas. La mayoría de ellas nos permiten crear materiales similares a presentaciones de diapositivas o mediante rotafolios en los que podemos introducir imágenes, vídeos, enlaces, animaciones y que. Además, nos van a permitir desarrollar cierto tipo de interactividad.
Junto con estas aplicaciones podemos encontrar otras como
Atenex o
JClic. Software que nos va a permitir crear contenidos digitales interactivos para poder emplear en el ordenador tanto individualmente como colectivamente a través de la PDI.
Evidentemente, este trabajo supone un cierto tiempo y esfuerzo extra centrado en el aprendizaje de las aplicaciones y en la creación posterior de los recursos. Sin embargo, no debemos pensar que es sólo a través de la utilización de este software como podremos crear materiales de calidad. Un procesador de texto o un programa para crear presentaciones pueden ser herramientas muy válidas.
Este proceso no debe ser algo que afrontemos de forma individual, el trabajo en equipo y el aprovechamiento de recursos elaborados por otros docentes nos debe permitir optimizar nuestro tiempo además de mejorar los materiales ya creados de manera que nos integremos en un proceso de enriquecimiento personal y colectivo.
Conclusión
Los papeles descritos en este artículo no son excluyentes, más bien complementarios. Tampoco cubren todo el abanico de posibilidades. Seguro que mientras leías el artículo se te ocurrían muchos otros roles. Sin embargo, el objetivo no era ser exhaustivos, más bien se trataba de abrir un proceso de reflexión en el que comprobáramos que el uso de una PDI no va a cambiar sustancialmente las tareas que, como docentes, venimos realizando hasta ahora. Simplemente nos va a permitir crear materiales y situaciones de aprendizaje con mayor poder instructivo desarrollando experiencias de aprendizaje más atractivas y ricas para nuestro alumnado.
La PDI es una poderosa herramienta, pero somos los docentes quienes, en función de nuestras decisiones, le demos todo el potencial que tiene hasta ahora y lo ampliemos en un próximo futuro.